1 de Marzo de 2019 | por: Silvana García Tironi | 15355 visitas

Para los amantes de la historia y caminatas por el centro de Santiago, llama la atención un tipo de arquitectura que no calza con las grandes torres que lo envuelven. Estas casas que no superan los dos pisos de altura son parte de nuestra herencia arquitectónica.


Centro de Santiago, mediados del siglo XIX.

Conocidas como casonas coloniales, estas se caracterizan por un modelo singular, propio del período colonial chileno y que se repite a lo largo de Latinoamérica. Una combinación de la arquitectura española y la portuguesa, que al llegar se acomoda a las nuevas necesidades del territorio, como explica el arquitecto Bernardo Secchi “la casa es la única forma de arquitectura española que llegó a chilenizarse”.  

Hechas de adobe con tejas de greda, figuran con una fachada continua a la calle, ventanas y puertas altas en forma rectangular. Tenían una altura de casi 5 metros, y aquellos más osados agregaban a sus viviendas un segundo piso (para la época era peligroso debido a los temblores y la falta de conocimientos constructivos antisísmicos que tenemos hoy).


Casona de Santo Domingo 627, AFDA.


Casa Colorada, Consejo de Monumentos Nacionales.

Hacia el interior, el centro de la vida se daba alrededor del patio. Las casas podían tener hasta tres patios, que se extendían hacia atrás de la propiedad,  siendo el primer patio el centro de reuniones, fiestas y encuentros; el segundo forma del parte del sector de dormitorios y el tercer y último patio donde se encontraba la cocina y el servicio.

División de los patios y sus diversos usos en las casas coloniales. Imagen: Paula Cardoen, Arquitecto de Grupo Praedio.

Este tipo de disposición espacial nos habla de cómo al mismo tiempo creada una sociedad de clase a nivel de gobierno, también se veía ilustrado en el diario vivir, como una forma de seguir separando a las clases sociales a través de la arquitectura. Hoy en día este tipo de vivienda ya no tiene los mismos usos de antaño, pero aún podemos apreciar su esencia.


Ex posada en calle Santo Domingo, hoy demolida.


Casonas que nos van mostrando su arquitectura y construcción mientras recorremos  el centro de Santiago, preguntándonos quienes habrán vivido ahí, quizás algún personaje importante en nuestra historia, cómo habrá sido la vida doméstica, o tal vez sólo admiración.    
   
Existe una casona en la calle Santo Domingo, entre Miraflores y Mac-Iver, que nos trae este tipo de recuerdos. Hoy se encuentra en estado de restauración, ya que su data de construcción es del año 1750 aproximadamente, pudiendo considerarla una de las casonas más antiguas que aún se encuentra en pie en la ciudad de Santiago. 


Casona de Santo Domingo 627, AFDA.


Planos casona Santo Domingo 627, AFDA.

La historia que envuelve a esta casona está llena de anécdotas, que sus casi 300 años le permite contar. Uno de los primeros registros escritos que se han encontrado de la casona nos lleva al año 1818, y con ello la figura del mismísimo Bernardo O´Higgins.

Aunque no fue su casa, si perteneció a María del Rosario Melchora Puga y Vidaurre, o como algunos envidiosos la llamaban “La punta de diamante”, ya que poseía un prominente busto y pequeña cintura. Pero ¿Quién es esta mujer? ¿Y por qué Bernardo le compró una casa? (Algunos dicen que le prestó la mitad del dinero)

                            
                           Rosario Puga, Flickr Santiago Nostálgico // Bernardo O´Higgins, Archivo Militar 

Rosario, oriunda de Concepción, pertenecía a una familia patriota importante de la zona y como tal peleó en el campo de batalla en Concepción. A la edad de 21 años se enamoró de Bernardo, en ese tiempo de 39 años. Casada para ese entonces, comienza con los trámites de anulación de un matrimonio violento y fallido desde el principio. Ese mismo año, 1818, O´Higgins debe volver a Santiago y Rosario junto a él. Es ahí cuando se instala en la casona de Santo Domingo, que sería su domicilio hasta su muerte en 1854, y que también la vería enamorarse de nuevo luego de la partida al exilio de Bernardo.                   

Los rumores dicen que Bernardo pasaba varias noches en aquella casa, siendo que aún no habían dado el “si”. Es por eso que Rosario pasó a ser llamada la “querida” de O´Higgins. En este hogar tuvo lugar varias fiestas y encuentros con personajes connotados de la historia chilena, que contaba con la participación de Bernardo y Rosario.
  
                               
Fiestas es la casona de Rosario Puga junto a O´Higgins. Imagen: Paula Cardoen, Arquitecto de Grupo Praedio 


Recordar que de este amorío, del que no se han encontrado pruebas escritas, nació Pedro Demetrio O´Higgins, quien en un principio no recibió el apellido del padre, ya que su partida de nacimiento declara: “Puse óleo y crisma a Pedro Demetrio, hijo de padres desconocidos” hecha por el Capellán del Ejercito Domingo Jaraquemada (hay historias que se repiten).

                  
Pedro Demetrio O´Higgins, Flickr Santiago Nostálgico.

Sin embargo, para 1823 y Bernardo listo para irse al exilio a Perú, se llevó consigo a su madre, su hermana y su hijo. Siendo ésta la última vez que Rosario pudo verlo. La madre de O´Higgins se hace cargo del niño, quien luego recibe el apellido de su padre.  
Lamentablemente la historia de amor no terminó con un final feliz, ya que doña Rosario era cercana a la familia Carrera y culpó a Bernardo por la muerte de los hermanos Carrera, entre otros patriotas asesinados durante su gobierno. Razón por la que termina el amorío y también la partida de Pedro Demetrio junto a su padre al Perú.


Abdicación de B. O´Higgins, Memoria Chilena

A la muerte de Rosario, la casona fue rematada, pasando a manos de su arrendatario, la familia Tagle Correa de Saa quienes siguieron con el legado del inmueble. Así hasta 1917 cuando la última hija Tagle Correa fallece, hace entrega de la casona a la Institución de caridad Hermandad de Dolores.

                                                
Instituto de Caridad Hermandad de Dolores.


La fundación de esta institución se remonta al destierro que tuvieron que vivir los patriotas, exiliados a la isla de Juan Fernández, cuando por un periodo de cuatro años, los realistas volvieron a tomar el control del gobierno.  


Grabado Isla de Juan Fernández, presidio colonial 1852, Claudio Gay, Memoria Chilena.


Las condiciones que daba la isla eran tan precarias, y bastante inhumanas para quienes estaban ahí en contra de su voluntad, que el grupo de 37 patriotas juraron a la Virgen de los Dolores que si volvían a tocar tierra chilena harían una institución de caridad donde: “Nosotros, confiados en que la bondad de Dios se complace mu chas veces en ser honrada y glorificada por los instrumentos más débiles, nos ofrecemos a concurrir en cuanto nos sea posible al establecimiento y propagación del presente Instituto de caridad, o Hermandad de Dolores”, para que nadie más tuviera que pasar por todos los males que ellos habían vivido en la isla del exilio. Firmaron un documento de compromiso con data del 3 de marzo de 1815.


La Hermandad de Dolores en laboratorio de inyecciones, Memoria Chilena.

 Afortunadamente los patriota pudieron volver a tomar el poder y los exiliados volver a su tierra. ¿Cómo se conecta esto con la familia Tagle Correa de Saa? Bueno, uno de los patriotas exiliados, Don Carlos Correa de Saa, era hermano de la señora Correa de Saa y fundador de la Institución quedando el legado de la casona en el círculo familiar y patriota.   Hasta la fecha  la casona sigue perteneciendo a las Hermanas de Dolores, quienes la  han dispuesto como un lugar de educación, la Escuela básica n° 23, hasta 1999. La I.M. de Santiago se hizo cargo de ella por un tiempo, en donde se hicieron arreglos del inmueble por daños hechos por el tiempo, también funcionó ahí por 10 años la Fundación Paternitas y hasta hace poco estuvo activa la Escuela de Teatro La Olla.


Casona Santo Domingo 627 cuando Escuela Básica, AFDA.      // Imagen: Paula Cardoen, Arquitecto de GrupoPraedio

Escuela de Teatro La Olla con residencia en la casona Santo Domingo 627.


Al tener las características y elementos coloniales, como su fachada continua, muros de adobe, patios centrales que van separando los lugares del hogar, y pasillos largos que van conectando cada espacio del inmueble, es declarada Monumento Histórico el año 1981. Con el tiempo y las modas, se le adjudicaron elementos neoclásicos, típicos del siglo XIX, como elementos decorativos en la cornisa de la fachada principal o rejas de fierro forjado. Al estar en un país sísmico, la casona ha sufrido leves lesiones que han sido reparadas. También se ha ido acomodando las instalaciones para los diversos usos que ha tenido, desde una residencia, a una escuela, a una casa de teatro.  


Casona de Santo Domingo 627 en su estado actual (enero 2019). Mural de Javier Barriga. Fotografía: Silvana García Tironi
 

La empresa de Arquitectura y Restauración Grupo Praedio se está encargando de su remodelación y mejoramiento  de la fachada principal de este monumentos histórico  para su preservación en el tiempo. Se espera volver a darle su valor histórico innegable y que aquellas habitaciones, pasillos y patios, que vivieron tantas cosas, puedan seguir dando momentos a lo largo de su vida. Este esfuerzo une a distintas disciplinas a trabajar en conjunto y poder mantener nuestra herencia, nuestro patrimonio chileno, en pie.

Casona Santo Domingo 627, AFDA.

Y tú ¿Conoces otras casonas similares en Santiago?