23 de Octubre de 2020 | por: Pablo Pavez | 4571 visitas
Corría septiembre del año 1944 y el mismísimo presidente de la república,
don Juan Antonio Ríos, condecoraba con la Medalla “Al Mérito” al obrero de Lota
don Juan Bautista Aravena Villaroel, quien teniendo 73 primaveras, cumplía 50
años trabajando en la mina. Más que eso no sabemos de don Juan, pero lo que sí
sabemos es todo lo que tuvo que pasar para lograrlo, porque en esos tiempos no
bastaba con ser un trabajador ejemplar, también había que tener suerte.
El obrero más antiguo en
1944, don Juan Bautista Aravena. Llevaba medio siglo de labor en las minas de
Lota (memoriachilena.cl).
Asumimos que la mina y
su sangre estuvieron unidas mucho antes de su nacimiento, que fue una tradición
familiar obligada, iniciada por su abuelo y su padre con la llegada de un eminente
empresario, un tal Matías Cousiño Jorquera. Eran mediados del siglo XIX y en
Lota se estaba consolidando la industria carbonífera de la mano de los Cousiño,
quienes también crearían una tradición familiar, pero en una posición
diametralmente opuesta a la de los Aravena.
Matías Cousiño Jorquera, fundador de la industria
del carbón en Lota (memoriachilena.cl).
Calculamos que Don Juan
Aravena Villaroel nació en 1871, en Lota Bajo, el sector donde vivían lo
obreros del carbón. Ahí las casas eran pequeñas y mal construidas, no tenían
ventanas y albergaban en su mayoría a familias numerosas. Juan seguramente
dormía con cinco hermanos, sus padres, una tía y sus abuelos en la única pieza
de la casa. De chico nunca conoció la salud ni la higiene, tampoco tuvo
educación ni seguro social. En ninguna casa de su barrio había agua potable y
menos alumbrado público. El basural era la calle y la cloaca, su patio.
Lota Bajo, 1950 (memoriachilena.cl)
Creemos que como la
mayoría de los niños de esa época, trabajaba en la mina desde pequeño, manejando
puertas o empujando cargas a lo largo de caminos subterráneos, oscuros e
inclinados. También le llevaba agua a los mineros que estaban hasta diez metros
bajo tierra, en medio de las tinieblas y la soledad. En esos años, los mineros
vestían trajes hechos de sacos de harina para destacarse y usaban la infaltable
chupalla de paja como casco de seguridad.
Ponemos las manos al fuego que ya en
su temprana edad, el pequeño Juan tuvo que sobrevivir a derrumbes, escapes de
gas, temperaturas demasiado altas y uno que otro pisotón de los caballos que
otrora trabajaban en los piques. Su madre, devota, se encomendó cada día a la
Virgen del Carmen para que no le pasara nada.
Niños y caballos
trabajando en la mina de carbón (@lotasuhistoria)
Cuanto estaba en la
superficie, caminaba por el pueblo cabizbajo, cansado de la faena y tiznado con el
polvo del carbón, condiciones con las que tuvo que afrontar variadas
enfermedades estacionarias: laringitis, neumonía y bronquitis en invierno; y gastritis, infecciones
gastrointestinales y diarreas en verano. Asimismo, regularmente enfrentó
temidas epidemias. Es muy posible que en su infancia Juanito despidió a varios
amigos por la viruela, virus mortal sobre todo en niños de entre cero y ocho
años.
Niños
trabajando en minas de carbón, 1924 (memoriachilena.cl)
El tiempo pasó y un recio
adolescente Juan se encontró con un pueblo bravo, donde se sacudían las
durísimas condiciones de trabajo a través de la violencia. Tuvo una que otra
pelea que no pasó a mayores y zafó de varios problemas más graves, quedándose
con algunas marcas de guerra. Es que las riñas, el alcoholismo, la prostitución
y crímenes de todo tipo eran pan de cada día, y muchas veces la ausencia de
policía acrecentaba más aún el peligro.
Complejos industriales en Lota
Todas estas penurias e
injusticias le hicieron pasar su juventud entre protestas y huelgas. Sospechamos
que, como todo joven apasionado, estuvo dispuesto a dar la vida por una causa y
que muchos de sus compañeros la dieron a manos de sangrientas represiones. Inferimos
que Juan participó activamente en cada movilización y se vistió con sus mejores
ropas para demostrar que no estaba trabajando, porque andar con traje de minero
podía hacerlo pasar por traidor, cosa que se pagaba en muchas ocasiones con un
trozo de oreja (confirmar tesis en la primera foto).
Manifestación
obrera un Primero de Mayo. Un cartel dice «Abajo el servicio militar
obligatorio : el ejército es la escuela del crimen» (Biblioteca Nacional de
Chile).
Podemos dar por hecho
entonces que vivió “La Huelga Larga del carbón” (o “Huelga Grande del Carbón”)
en 1920 y el paro nacional del 1927, dos de las incontables protestas que
lograron, a la postre, mejorar sus condiciones laborales. Imaginen que el
trabajo de Juan era tan malo en algunos momentos, que su madre y su esposa, con
el fin de aportar a la economía del hogar, arrendaban su cama cuando él estaba
de turno, coordinando con otro minero para que la use en su ausencia. A esto se
le llamaba “camas calientes”, algo muy usado por las dueñas de casa de Lota
Bajo.
Policía
arrestando manifestantes, 1912 (memoriachilena.cl).
Huelga a favor
del abaratamiento de los artículos de consumo, noviembre de 1918 (memoriachilena.cl).
Como vemos, la vida no
fue nada fácil para Juan, pero creemos que con su trabajo y esfuerzo en los
años 30 ya tenía una familia consolidada, con hijos y nietos. Y que nunca se le
pasó por la cabeza que una mañana de verano de 1939, mientras tomaba su vino
con harina, sucedería uno de los terremotos más devastadores de la historia de
Chile, dejando de 2.205 casas construidas en Lota, 130 en pie. Queremos pensar
que una de ésas era la suya, pero difícil. En cambio, la mina no tuvo daños y
las faenas casi no se detuvieron.
Terremoto región del Bío Bío, 1939. (memoriachilena.cl)
Terremoto región del Bío Bío, 1939. (Cambio21)
Estas son solo algunas
de las cosas que Juan Bautista Aravena Villaroel tuvo que pasar en para conseguir
su medalla “Al Merito”. Lo proyectamos como un hombre trabajador y callado, que
puso sudor y lágrimas para darle lo mejor a los suyos. Cuando lo condecoraron
imaginamos que se emocionó, se le cayeron unos lagrimones y esbozó una efímera sonrisa
con varios dientes menos.
Faenas mineras en Lota en los años 50’s. Archivo Enterreno.
Tal vez lo sintió como un pequeño triunfo por el
inmenso sacrificio que él junto a miles de chilenos hicieron en esas tierras, o
quizás como una irónica burla porque nada puede valer tanto. Lo que está claro,
es que el carbón marcó a fuego su vida y la de todo un país, creando unas pocas
fortunas y muchas miserias, en un tiempo donde solo algunos lograban ver la luz
al final del túnel.
Trabajador al interior de una mina. Revista Scielo.
Cesar William Aravena arevalo
Mi bisabuelo se llamaba Juan aravena. era minero de Lota como mi abuelo igual Puede que sea historia de mis ancestro