probando método para mover un Moai en 1986

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Mauricio Bahamondes

subido: 14 de Enero de 2022

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En 1955, Thor Heyerdahl organizó una nueva expedición, esta vez a la Isla de Pascua. Con él viajaron cinco arqueó­logos: Arne Skjølsvold (Noruega), Gonzalo Figueroa (Chile), y Edwin N. Ferdon, William T. Mulloy y Carlyle S. Smith (EE. UU.).

En la Isla de Pascua existen alrededor de la línea de costa y a campo abierto, estatuas colosales de piedra (llamadas «moai» en el idioma local).

Durante mucho tiempo, se mantuvo la creencia de que las estatuas en la cantera de Rano Raraku eran solo cabezas.

Las excavaciones realizadas por Heyerdahl y su equipo de investigación revelaron que las cabezas no eran más que la punta del iceberg, ya que debajo de las mismas fueron encontrados colosos de gran altura en forma de enormes torsos.

Los miembros de la expedición tuvieron también acceso a algunas cuevas de la isla. Allí encontraron colecciones de pequeñas esculturas antiguas, las cuales de acuerdo a los residentes nativos se almacenaban como reliquias sagradas. Hasta entonces, esas esculturas eran desconocidas fuera de la Isla de Pascua. Heyerdahl compró cientos de aquellos objetos.

n 1957, Heyerdahl publicó un libro sobre esta expedición con el nombre de: «Aku-Aku: el misterio de la Isla de Pascua». Al igual que el anterior libro sobre la expedición Kon-Tiki, este se convirtió también en un éxito de ventas. A fin de documentar las excavaciones, Heyerdahl llevó a la expedición al fotógrafo Erling J. Schjerven. En el año 1960, realizó un documental titulado «Aku-Aku» basado en este material.

En 1986, Heyerdahl regresó a la Isla de Pascua. Esta expedición es conocida sobre todo por sus intentos de mover los moai. De acuerdo con una leyenda de la isla, las enormes estatuas de piedra podían «andar».

Con la ayuda del ingeniero checo Pavel Pavel y un grupo de dieciséis nativos, Heyerdahl intentó mover un moai tirando de una cuerda que se sujetó alrededor de la cabeza de piedra y la parte inferior del torso. De esta manera y sin gran dificultad, la estatua de 15 toneladas pudo «andar». Heyerdahl llegó a la conclusión de que el misterio de cómo antiguamente habían sido transportadas las estatuas estaba resuelto.

autor: Archivo Museo Kon Tiki


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