3 de Marzo de 2022 | por: Nicolás Fernández Gurruchaga | 1651 visitas
La Cultura Chinchorro era eximia recolectora de orilla, los
Changos, poco más al sur, expertos buzos y constructores de embarcaciones
únicas, los Huilliches recolectores de mariscos y algas, Kawésqar y Yaganes
canoeros, dominaban el arpón con gran destreza y surcaban intrincados canales
en situaciones muy adversas.
De todas estas etnias originarias hoy quedan en mayor o
menor medida los saberes relacionados a la pesca que aún persisten a lo largo
de la costa chilena. Herencia que sorprende muchas veces por la simpleza y más
aún por el respeto de los métodos para con las especies a capturar.
Ilustración Claudio Gay 1853, cotidianeidad del pueblo Chango en el Puerto de Huasco. Se observan sus balsas inflables con cuero de lobo marino. Biblioteca Nacional
Vivienda Kawésqar frente a un canal austral, al fondo se aprecia canoa tradicional. Foto Robert Gerstmann años 40.
En la actualidad la pesca artesanal representa casi un 35%
del recurso extraído y existen muchos métodos o comúnmente llamados como artes
de pesca, entre estas se pueden destacar la pesca con malla o redes desde
orilla o embarcaciones, la de anzuelo con sus múltiples tipologías, la de
herida, aquella que busca herir al pez mediante diferentes herramientas como el
arpón y la pesca mediante trampas principalmente, pero hay una técnica en particular que ha ido
desapareciendo pese a que gozaba gran popularidad en ciertas zonas de Chile
como lo fue la pesca con cercos de madera.
Cuelgas de pescado seco, Coquimbo 1930. En este caso jureles en corte mariposa colgados al sol para su preservación. Foto subida por Francisco Calaguala.
Pescadoras vendiendo corvinas en Constitución circa.1930. Foto archivo Augusto Bruna.
Tejedor de redes en Caleta de Quintero y pescadores con arpón circa. 1950. Eliot Elisofón Revista LIFE.
Esta técnica de características única combina de manera
excepcional la eficacia utilizando las cualidades naturales del entorno y principalmente
las mareas siendo altamente sustentable y sostenible con el recurso. Tiene una
huella con el paisaje muy baja ya que es desmontable y confeccionada netamente
de madera, además es selectiva por tamaño, es decir, sólo captura especímenes
adultos y de un segmento de la columna de agua.
En Chile este tipo de pesca se desarrollaba en mayor medida
en lo que hoy es la Región de Los Lagos, principalmente en el maritorio
configurado al norte por la bahía de Puerto Montt, al oriente estuarios y
canales de lo que se conoce como el Chiloé continental, al poniente con la Isla
Grande de Chiloé y al sur de manera más amplia y disipada en las Guaitecas. En
estas zonas el mar puede recogerse hasta 13 metros, ese notable movimiento puede
secar grandes extensiones de mar, sitios propicios para practicar este tipo de
pesca ancestral.
Los lugares predilectos son donde el mar ingresa por
estuarios, barras y bocas de río o esteros costeros que experimentan grandes
cambios de marea, de manera que en ciertos momentos del día el agua ya retirada
permite la construcción de cercos en base a varas de madera dispuestas en
líneas “entre riveras” con una altura determinada, oficio y sabiduría
tradicional puesta en ejercicio. Este mecanismo es notable no sólo por su
simpleza, sino que también en la sabiduría del lugar aplicada al diseño, la
distancia entre varas y altura de las mismas discrimina tamaño y especies, es
decir, entre más apertura existe entre las varas, mayor cantidad de especies
menores se deja pasar libremente como el Pinguipes chilensis, Sebastes
capensis, Prolatirus jugularis y la altura de estas permite que en pleamar se enfoque
la captura a especies de fondo permitiendo un tránsito despejado para aquellas
especies que se desplazan en media agua o superficie.
Pesca con cercos de madera en las cercanías de Dalcahue en 1950, Chiloé. Foto Eliot Elisofón Revista LIFE.
Pesca con cercos de madera en las cercanías de Dalcahue en 1950, Chiloé. Foto Eliot Elisofón Revista LIFE.
Pesca con cercos de madera en las cercanías de Dalcahue en 1950, Chiloé. Foto Eliot Elisofón Revista LIFE.
También común en el sur de Chile, evidencia arqueológica es la
pesca con pircas o corrales, técnica que utiliza los mismos principios de
mareas, pero con pequeños muros de piedra que se mantienen sumergidos para que
en baja marea se creen pequeñas piscinas dónde quedan atrapadas las especies
para su posterior captura. Este es el caso del complejo de 18 corrales de piedra declarado Monumento Histórico en 2005 es de gran dimensión (40has) y está distribuido en las playas entre Punta Concura y Alto Lamecura de la Isla de Chiloé.
Corrales de pesca en las cercanías de Chiloé. Foto Colegio de arqueólogas y arqueólogos de Chile.
El fin de este artículo no sólo es poder dar cuenta de este
tipo de pesca cada vez menos común sino que también mediante el conocimiento de
los lectores y comunidad de enterreno.com es poder levantar información sobre dónde
aún se mantienen registros y activo este método tradicional que sin duda es
parte de nuestro patrimonio inmaterial y se encuentra en riesgo inminente de pérdida.
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