7 de Marzo de 2024 | por: Enterreno Chile | 79 visitas
¿Cómo es que un crimen
pudo originar la demolición parcial de un edificio? Esto fue lo
que ocurrió en la década de 1930 en Santiago. Partamos por contextualizarnos en la historia de este crimen,
con la creación del Diario La Nación.
El diario La
Nación fue creado en 1917 como una forma de entregar información y
competir con otros diarios de Santiago (El
Mercurio, Las Últimas Noticias, El Diario Ilustrado, entre otros). Según uno
de sus fundadores, Eliodoro Yáñez, debía dar "atención preferente a
los problemas sociales que afectan a la parte de la población que representa la
actividad del trabajo y del progreso económico del país". En julio de 1927, durante su régimen dictatorial, el general Carlos
Ibáñez del Campo expropió el diario, con lo que se transformó en el
medio y portavoz oficial del Gobierno. Después de esto, su legítimo dueño,
Eliodoro Yáñez, abandonó Chile, permaneciendo en el exilio hasta 1931, cuando
renunció Ibáñez el 26 de julio de aquel año.
En 1928, se le encarga al arquitecto Roberto Barceló el diseño de este nuevo
edificio que alojaría las dependencias del Diario La Nación, principal portavoz
del gobierno de la época. No fue hasta el año 1930 que se pudo inaugurar el
edificio de 11 pisos, con 3 últimos que conformaban un torreón ornamentado con
un gran reloj.
Izq.: Edificio Diario La Nación, archivo Enterreno. Der.: Croquis del edificio, Roberto Barceló, Revista Arquitectura y Arte Decorativo.
Este edificio fue construido en un terreno que pertenecía a la
familia de José Miguel Carrera, y durante la década de 1930, el estilo arquitectónico Neoclásico se utilizaba con
frecuencia. El diseño se basó en el antiguo edificio que de la sede de The New
York Times en los Estados Unidos (Nueva York).
El matrimonio Barceló Larraín:
El Arquitecto Roberto Barceló estudió en la
Universidad de Chile, era hijo de José María Barceló y Rosa Lira Carrera.
Se casó con Rebeca Larraín Echeverría, hija de Joaquín Larraín Alcalde (capitán
de ejército) y su madre Inés Echeverría Bello, conocida por su pseudónimo
Iris. Barceló fue el penúltimo de los once hijos del abogado José María Barceló
Carvallo, ministro de la Corte Suprema y ministro de Justicia del presidente
Federico Errázuriz Zañartu y de Rosa Lira Carrera, nieta de José Miguel
Carrera.
El crimen:
En Av. Holanda 456, esquina Campoamor: el 30 de junio de 1933 el arquitecto Roberto Barceló Lira
asesinó de un tiro en la espalda, en el baño de su casa, a su esposa Rebeca
Larraín Echeverría, de 37 años, en presencia del hijo de ambos, Roberto de 6
años. Inmediatamente después del disparo, el propio
Barceló alerta a Carabineros y a la asistencia médica para que fueran en
socorro de la esposa. No pudieron hacer nada. La policía detiene inmediatamente
a Barceló como principal inculpado, quien desde esa fecha no pudo ver nunca más
a sus hijos.
Durante el juicio, que duró casi tres años, el acusado cambia varias
veces de versión, una más inverosímil que la otra. Una de las explicaciones que
dio para el disparo, fue la de decir que con el revólver le daba “picotazos
cariñosos por la espalda” y que el tiro salió por casualidad. En otra
oportunidad, Barceló indicó que el disparo, accidental por supuesto, fue
producto de un abrazo que le dio a su mujer, luego del cual el arma se disparó. El caso causa revuelo, pero una semana después desaparece de la prensa
escrita. Declaran médicos y peritos a favor y en contra de que a Barceló se le
hubiera escapado el tiro mortal de forma casual. Aunque está en la cárcel,
todos opinan que será declarado inocente.
Durante 20 meses, la corte revisa una y
otra vez el proceso sin dictar sentencia. A mediados de 1934, la madre
de Rebeca deja las tertulias y los salones literarios y se lanza contra
Barceló. Escribe un opúsculo titulado “Por él”. Allí desnuda la vida de este
individuo y lo presenta como la de un sinvergüenza, neurótico y maltratador.
Pide para él la pena de muerte. Inmediatamente, El Mercurio y el Diario
Ilustrado dejan de publicar sus trabajos.
El indulto fallido de Alessandri:
Por las circunstancias sociales del caso y cercanías de las
familias con las esferas políticas, era probable
que el presidente Alessandri otorgara un indulto a Barceló. En La Nación recuerdan la paradoja de que el propio padre de
Barceló, José María Barceló,
instaurara el fusilamiento en el Código Penal chileno en 1874. Pasan los días,
Alessandri no se decide. Mujeres protestan en La Moneda pidiendo justicia. La
hermana de Barceló, Josefina, no lo soporta y muere de un infarto tres días
antes de que el Presidente se pronuncie.
Inés fue a La Moneda faltando apenas horas
para que venciera el plazo. Como era amiga íntima de Alessandri irrumpió en
su despacho y con una pistola de faldas (aquellas muy pequeñitas, de una sola
bala) lo amenazó: “Si estoy frente a un
cobarde, sepa usted señor Presidente que no dudaré un instante en matarlo. Será
olvidado y la historia recordará sólo a un débil que fue ultimado por una
mujer.” El 25 de noviembre de 1936 se cumple el plazo.
Vista del Palacio de La Moneda, atrás el Torreón del Diario La Nación. Ca. 1935. Archivo Enterreno.
Alessandri niega el indulto. Barceló estaba tan confiado de que saldría
libre que, cuando se entera, estaba jugando ajedrez con otro reo. Se confiesa
con el Padre Alberto Hurtado, su compañero de curso en el San Ignacio y le deja
una carta a su hijo Joaquín, para que la lea cuando cumpla 21 años. En la carta
le dice: “No dejes que a lo largo de tu vida te domine el interés por el
dinero” Consejo que Roberto Joaquín Barceló Larraín (filósofo y ex rector de la
U. Andrés Bello) siguió al pie de la letra.
Finalmente, en 1936, fue fusilado, pasando a
formar parte de la lista de los 58 criminales que murieron producto de la
pena capital que rigió en Chile entre 1875 y 2001. Ante la situación de injusticia, el rol de Inés
Echeverría ayudó al cumplimiento de la condena y la posterior ejecución de
Roberto Barceló, quien "se convirtió en el primer y único aristócrata al
que se le ha aplicado la pena máxima en Chile" (Meruane, Lina, "Iris,
la combativa". Caras. Número 234, Santiago, 17 de marzo de 1997, p. 88) y en el
cuarto condenado por parricidio en lo que iba del siglo XX (Albornoz, p. 10).
La demolición del torreón: “Iris” no quedó satisfecha con la ejecución de su
yerno. Según contó en sus memorias el ex ministro de Allende Orlando Millas, su
padre, el periodista Columbano Millas, conmovido por el caso escribió un libro
con la historia. En esa obra inédita señaló que el último gesto de la dama fue
tratar que se demoliera el edificio de La Nación cuando se remodeló el Barrio
Cívico en 1937. No lo logró, pero “al menos obtuvo que se botase lo que lo caracterizaba: la gran torre (que
lo coronaba) con un inmenso reloj y, en su reemplazo se le colocaron tres pisos
de tipo rutinario que le harían perder los rasgos originales.
Vista del Barrio Cívico con la aparente demolición del torreón del Diario La Nación. Foto Mora.